Manifiestos para proyecto inmobiliario

¿tenés 5 minutos para leer esto?

Si no los tenés, leélo.

 

Entre las calles Holmberg y Monroe existe un lugar.

Dicen que es una parte de Villa Urquiza intacta, pura.

Los que conocen este lugar cuentan que ahí hay una arboleda.

No cualquier arboleda, una arboleda que la rodea un barrio.

Pero tampoco es cualquier barrio, es una esquina con sus propios colores y clima. Dicen que ahí, la ciudad late distinto.

Ahí las cosas no son como la mayoría de las cosas.

Es un lugar donde todo lo verde permite que los vecinos vean verde, no vecinos.

Que los chicos se comporten como chicos.

Que los grandes, por momentos se dejen de sentir grandes.

Dicen que en este lugar los árboles le ganaron de mano a la gente, y compraron la mayoría de los lotes.

Que cuando la gente lo camina deja de ser gente para volverse personas.

Y que después de caminar algunos metros camina sin pensar en nada más que en eso.  Se olvida que existe y solo recuerda de cuando no tenía cinco minutos para leer esto.

 

 

Manifiesto 2:

 

Pensá en un lugar.

 

Pero no cualquiera. Pensá en tu lugar.

Ese donde sabés que el aire tiene olor a hogar

Un olor difícil de explicar

Pero fácil de reconocer.

Donde el libro, el café, o el silencio

se disfrutan un poco más en el balcón.

Donde estás tan tranquilo

que las noches se tratan únicamente

De una luna y una almohada.

Pensá en paredes que dan libertad

Techos por donde tu cabeza sale a pasear

Donde por las tardes que volvés temprano del trabajo

las nubes se acomodan y el cielo se pone en modo siesta.

Donde te gustaría que tus ojos sacaran fotos.

Pensá en árboles, olor a tierra mojada, en tu canción preferida.

Pensá en una esquina en Holmberg Y Monroe.

Pensá en tu casa.

Esas enfermedades de las que nadie escribe

El codismo congénito se considera una de las más frecuentes patologías que conglomeran las enfermedades mentales. Se trata de toda persona que teniendo fondos disponibles para realizar cierto acto o actividad, no está dispuesta a desembolsar el capital necesario por razones desconocidas e incomprensibles.
Este transtorno que ataca indiscriminadamente a personas de distintas edades, sexos y estatus socioeconómicos se rige por un principio de ahorro obsesivo absurdo, donde el individuo presenta alteraciones de:

1) Comportamiento: Se dispone a realizar peripecias irrisorias para ahorrarse un caudal de dinero efímero como 20 centavos, indicando un falso destino al colectivero o simulando bajarse antes, por ejemplo.
2) Razonamiento: El codo propondrá activamente salidas, porque su deseo de abastecer el aspecto ocioso de su vida no está limitado, sólo que se niega a encararlo económicamente. 
3) Reticencia a la realidad o de adaptarse a las condiciones de la vida: Una vez conciliada la reunión, en el caso de implicar una cena, el aquejado manifestará argumentos insistentemente para evitar un posible delivery. Propondrá cocinar -aunque todos los comensales se nieguen-, replicará (porque si hay algo que el codo sabe ser es un enfermo terco y obstinado) que ‘porqué no hacerlo con sus propias manos, que así es más rico, divertido y se ahorran unos buenos pesitos’ aunque sean en realidad centavos imperceptibles para la gente ordinaria. 
El menú artesanal sugerido contendrá varias alternativas (tienen un ingenio siniestro a la hora de reducir costos) como: fideos largos, polenta, salchichas con puré, o cualquier preparado harinoso que cueste menos de 5 morlacos el kilogramo y pueda satisfacer el apetito de al menos 6 personas. En el caso de querer postre, el helado supone un aspecto quasi fantasioso que el afectado se niega rotundamente a asumir ‘Postre?! Pero estamos todos en pedo, me vieron la cara de Rockefeller’. Puede negociar un chocolate Hamlet de parada de colectivo, o comer siempre y cuando otro invite.

Son vulgarmente denominados: rata, roñoso, lacra, codito, canuto, croto, mickey, mugre, e incontables nomenclaturas más, ya que por desgracia no se ha destinado el mismo tiempo a la cura de esta horrorosa enfermedad como a la creatividad de sus terminologías.

Mientras tanto, los enfermos continúan desarrollando un régimen de tacañería estrictamente confeccionado, donde los saquitos de té se deben utilizar al menos 3 veces, y de ser posible, estrujarlos bien para una cuarta infusión de morfología lamentable. 
Memorizando el precio del combustible de todas las estaciones de servicio, para que a la hora de cargar sepan donde pueden ahorrarse unos centavitos. Ofreciéndose a juntar la plata en los repartos para ver que matufia pueden hacer y no poner un centavo, ya que sus técnicas sofisticadas a la hora de sacar números los vuelven timadores de la vida, y contadores ilustres.
El principal inconveniente que citan los cercanos a los transtornados por la enfermedad es que los afectados ahorran tratando de aventajarse del resto, pero paralelo a sus quejas se compran un LED y la play 3, en 24 cómodas cuotitas sin intereses.

El sujeto que sufre codismo congénito se encontrará con dificultades de entendimiento humano a lo largo de toda su vida, dado que esta dolencia ataca principalmente al universo social del infectado: 
1) El masculino codo perderá pretendientes sugiriendo como primera cita bares con descuentos de su tarjeta, preferentemente los días martes que le hacen un 50%. 
En el caso de acceder a más salidas, perderá la simpatía de la cortejada al hacerla caminar 5 cuadras con tacos para evitarse un taxi a un albergue transitorio de baja categoría. Es importante señalar que siempre sobrepondrá cantidad a calidad, eligiendo el turno más exhaustivo en la habitación más precaria, porque ‘lo único que se necesita es tiempo y una cama, lo demás ni se usa’. 
2) Los padres codos eludirán toda fecha que amerite un presente, pero las sumas de dinero evadidas serán insignificantes frente al monto de la terapia que sus hijos tendrán que hacer ‘porqué Papa Noel no iba nunca a sus casas’.

3) Los jefes o patrones con esta patología conllevarán al menos 4,6 juicios por trabajo en negro a lo largo de su vida.
4) Las amigas codos serán, a largo plazo, desterradas del círculo de amistades por evadir siempre su parte, o proponer iniciativas como comprar un Doctor Lemon entre 4.

El enfermo carece de nociones espaciales y cronológicas, por lo que tiende a relegar todo pago a una dimensión paralela/futura estableciendo ‘te pago la próxima’, ‘después te lo alcanzo’ y tantas otras frases de cabecera. Frases que vuelven irrealizable la liquidación de la transacción dado que no existe ese futuro. 
Otra artimaña discursiva del rata es la expresión ‘no tengo cambio’. El enfermo podrá o no tener cambio, pero JAMÁS podremos comprobarlo.

Si bien la enfermedad es una, se pueden establecer tres niveles de gran contraste entre sí:

1) El codo hipo-restringido: es una antesala al episodio mezquino capcioso, y el nivel más benévolo de los tres. Una situación que graficaría este nivel sería, por ejemplo, la que le sucedió a Carlitos (16) que tiene dos amigos: Pedrito (16, sano, gastador promedio) y Juancito (16, lamentablemente enfermo).
Carlitos: Qué hambre, ¿compramos unos Don Satur?, yo tengo $2, ¿alguno tiene un peso más?
Pedrito: Sí, tomá.
Juancito: Yo no pongo total como poquito.

2) El codo mezquino-capcioso: este nivel intermedio intensifica los síntomas de la enfermedad, generando una paranoia monetaria en el sujeto, que tiende a cuestionar cualquier pedido de dinero, quitándole relevancia incluso tratándose de fechas importantes. Marta (33, madre devota de su primer y único hijo, gastadora moderada) escucha a su marido Ricardo (35, codo en vías de declaración social) emitir el siguiente discurso: ‘Con todas las veces que va a cumplir años, si no se lo festejamos no pasa nada, además no tiene ni un año, no se puede dar cuenta. Agradecé que hubo bautismo Marta’.
3) El codo superlativo-corrosivo: Este es el último y más nocivo grado. La esfera vital del aquejado se configura únicamente en torno al dinero, reduciendo sus actividades (y dignidad) de manera representativa.
‘A mí para el amigo invisible no me cuenten’ Kevin (26, posee el mayor ingreso adquisitivo del grupo, pero está verdaderamente enfermo)
‘Pero lo hacemos para ahorrar y no tener que regalarnos entre todos, aparte el precio es $15 nada más’ Nahuel (26, amigo pelotudo y tolerante)
‘Ni en pedo. Todos esos juegos son una mierda para que gastemos plata’ 

Lo que nos compete es buscar una suerte de terapia alternativa que atenue los síntomas de la enfermedad, por eso es necesario preguntarnos ¿qué siente el paciente?. El enfermo emula una realidad donde la escasez es la protagonista. En el origen conjetural de todos sus padecimientos hay un componente de carencia, de falta. El codismo congénito o como vulgarmente es designado por el común denominador de las personas, EL RATÓN, sostiene una serie de conductas que generan escasez, y desde ese lugar es imposible construir riqueza. 
Psiquiatras especializados en el campo proponen leer libros de Deepak Chopra, pensar en términos de abundancia, y hacer circular el dinero. El enfermo es incapaz de despojarse de capital alguno, imposibilitando cualquier tipo de intercambio. Acumulando cosas constantemente: cosas sin valor, adornos de decidido mal gusto, objetos kitsch inútiles, pero se rehusa a la pérdida, viviendo como un pobre, para morir como un rico. Aunque muchos de los afectados tengan ahorros como para vivir varias vidas, y no quieren (o pueden) aceptarlo. 
Lo que con frecuencia ignoran es que en teoría, cuando uno da desinteresadamente, suele recibir luego muchísimo más de lo que entregó, esto aplica también para acciones de filantropía o ayuda social.
Se debe comenzar de a poco a ejercitar la desaprensión del dinero, por ejemplo haciendo regalos espontáneos y sin motivo aparente a seres cercanos. Y repetir la oración todas las noches antes de dormir ‘La mortaja no tiene bolsillos’.

Cuando sea grande quiero morir

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Nos vamos a morir

Y aunque lo sabés

Actuás como si no.

 

Quizás evitando el Tabaco

O casarte con un integrante de callejeros

Lo puedas postergar.

 

Pero la meta de la carrera

Es la muerte.

Incluso reconociéndolo

Hacés tiempo sin saber

Que matás al tiempo.

 

Porque ella

Te empieza a matar un poco antes

 

Es eso:

el sarro en la flor de la ducha

No retirar la horma de zapatos 

Que mandaste a hacer.

 

La muerte es

No abrazar más a la gente que amás

Y no saber si es por vergüenza

O falta de práctica.

 

Morir es esperar

Que todo pase mañana

Es sentir que cambiar

El camino al trabajo

Es un riesgo

 

Morir es confundirte

Pensando que la vida

Es esa agenda que dice

Dentista a las 15 hs.

 

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Y es así como todo vuelve a su lugar
Las fuerzas cambian
El aire se afina en cada esquina de la ciudad

Yo estoy sin estar en alguna habitación
La sonrisa de la estufa derrama el color del amor
La sombra de la infancia toca a la puerta de la conciencia
Dibuja el dolor

La locura, siempre una buena opción
La locura, tranquila, somos locas de salón
Perdón por perderme,
por repetirme siempre

Y es que sabés
No hay un Dios que le ponga un norte a las cosas
Otra vez mi parte de secretito
La que no puedo sacar de debajo de la cama

Perdón por perderme
No hay un Dios que le ponga un norte a los locos de salón.
No hay un norte donde vivan los que pensamos con el corazón.

 

Ya no está

 

Un día vamos a buscar las cosas
esas que siempre están ahí
Empotradas en los mismos rincones de la casa
a cualquier hora de cualquier día.

Pero esta vez no las encontramos
Y es como si nos faltase un brazo
que de alguna manera
es indiscutiblemente así

ahora nos falta una caricia
Ese pedazo de alegría amontonada
ya no está.

Sólo cuando las cosas dejan de estar
las que estaban siempre
en las trampas del hábito
y no lo advertíamos

las que no esperaban demasiado de nosotros
pero nos esperaban
con una puntualidad casi clínica

entendemos que en la carrera de la soledad
otros caminan bien cerca nuestro
solos también

No les preocupa pasar desapercibidos
les preocupa no perdernos el paso

Y ya no están
Ahora forman parte de un pliegue del tiempo
Sólo podemos saber de ellas
si revisamos en el registro de la memoria

que si es lo suficientemente
inteligente y selectiva como uno cree
va a saber qué recuerdos guardar enteros.

Radiografía

 

Hola.

 

Te escribo porque ya no puedo hablarte.

No se trata

de encontrar las palabras

O el café más agradable.

 

No sé cuándo pasó

Pero la mezcla del tiempo y la distancia

Dictó que sea así

 

Ya no puedo llegar ni al señor

De las palabras siempre y nunca.

Ya no puedo acercarme

Al país de tus miedos.

 

Y trato de entenderte

No sé si porque dicen

Que no sos mal tipo.

No sé si porque así

Tal vez me entienda un poco yo.

 

Entender.

Porqué un día decidiste no contar más

Las hazañas de los vidris vidris y las nurcias

Cuándo empezaste a pensar

Que dibujar conmigo era una boludes

En qué lugar sentiste que Paco Pedacitos

Era un buen regalo

Si no planeabas enseñarme a leer.

 

Entender

Cuando tus pasos se hicieron pisadas

Tus omisiones se volvieron verdades

Y tus palabras se ordenaron

Para siempre

(esa palabra que tanto te gusta)

en forma de amenaza.

 

Entender

Cuándo terminaste de volverte ese extraño

Que según mi DNI

Tendría que llamar papá

(Pero como no hablamos, también sé que eso no va a pasar)

Silencio

 

Silencio. El verano dejó de latir

Las hojas con el viento empapelaron las casas

Los pájaros se olvidaron de qué hablaban

Silencio. El horizonte se empaña

allá en los robledos que visten la montaña

y los ríos hacen fábula y fábula

Silencio. Elige callarse hasta el reloj

En el último recorte de tiempo

donde la vida es corta

aunque a veces las horas parezcan largas.

Silencio. Se oye el pulso del mundo.

Dinámica

 

Mándelos a pasear a su perro

Súbalos a un vuelo sin escalas, pruebe con Nueva York o Madrid

Anótelos en un taller de teatro

Póngalos en la ducha, oblíguelos a cantar

Acompáñelos a la peluquería

Por las mañanas, déjelos sueltos en la biblioteca nacional

Llévelos al Fleming a recitar poesía

Intérnelos una tarde entera en algún café de San Telmo

Sáquelos a pasear en el recorrido del 151

Condúzcalos a la cama

Hágalos dormir

Pero haga lo que haga

No deje nunca a su mente y a su corazón

en un mismo lugar.

Cita por Osde

 

Vas a ir al psiquiatra

Te puede medicar

Diagnosticarte esquizofrenia

Transtorno bipolar

O simplemente humana.

Con un corazón

Lo suficientemente sano

vivo

Como para pensar

Que muere de dolor

Lo suficientemente loco

Como para llegar

A pensar

Tu corazón

Una tierra

Llena de gentecita bailando

Tomando mojitos

Comiendo flores

Que cuando el verano se hamaca

Hacia el otro hemisferio

Se ponen tristes

Se separan

Se sientan a pensar

Se dicen para sus adentros

Hoy las cosas son difíciles

Temen que el verano

No los alumbre más.

Lo importante es saber

Que la gente siempre

vuelve a bailar

El invierno mental de hoy

Pasa

Como las estaciones

Los años

El nombre que escribías junto al tuyo

en un pupitre.

A veces sonreía

 

Mirá Merce

Acá un Boeing 707

Allá un Hércules c-130H

Lo que veo

Es como se te pierde la mirada

En tantas aves de metal

Se te pierde la mirada

En el Pampa,

en el Mirage.

Se te pierde

Justo donde te encontrás.

Decís que la hora de vuelo

sale cara

Que por eso ya no volás

Pero creo que sabés

Que las horas de la vida

Esas cuestan más.